El Chule de 11 años que encontró en la música una emoción que nunca antes había sentido, nunca se imaginaría cómo, años después, terminaría viviendo de lo que más ama: siendo DJ, diseñador de las mejores puestas en escena, cofundador de Sarapura y pasando música para estrellas como los príncipes de Mónaco, los reyes de España o Barack Obama. Martín “Chule” Bernardo lleva más de 20 años ejerciendo como DJ, pero su trabajo abarca mucho más que eso. Sus estudios en Organización de Eventos, Asesoría de Imagen, Iluminación y Diseño de Interiores le permitieron fusionar sus intereses para, en cada evento, generar atmósferas espectaculares y que la gente sienta cosas distintas. Después de varios años de prueba y error, hoy puede decir que en esta combinación está lo que lo vuelve único. El trabajo en equipo, la compañía de sus socios y la profunda conexión con la música son los puntos más fuertes para desarrollar todo su potencial. Desde crear una puesta, hasta innovar con alternativas disruptivas, todo concluye de igual forma: una pasión única e irrefutable por su trabajo. ¿Cómo es el proceso de creación de cada puesta? “Al principio hacía lo que me gustaba a mí. Con el tiempo entendí que quería plasmar lo que el cliente esperaba de su propia fiesta. Lo que más me importa es que quienes confiaron en mí se sientan cómodos cuando ingresan a una fiesta contratada por ellos: ni más ni menos de lo que esperaban. Tengo bastantes entrevistas para poder plasmar lo que ellos sueñan: es un ida y vuelta constante que tiene que ver también con la personalidad, edades, tipo de fiesta, temática. Basándome en las cosas que me cuentan, empiezo a construir ideas en mi cabeza. La experiencia de los años y de entender cómo funciona una fiesta me permiten ir creándola”. Aunque la fiesta sea simple, la ambientación envolvente ya forma parte de la esencia de Chule y Sarapura. “Por más mínimo que sea el detalle de diseño, para mí tiene que estar. El 90% de mis fiestas contienen diseño y me buscan mucho por eso también”, aclara. Varias de las puestas que diseñó a lo largo de su carrera se transformaron en íconos que no solo cambiaron su forma de trabajar, sino también el mercado en general. Entre ellas, la idea de los tubos espejados, que se convirtió en el sello de Chule. “En una época estaban de moda los tubos LED pixelados. Pero yo veía que a los seis meses de haberlos usado estaban todos rayados y opacos. Como me preocupo mucho por la estética y la prolijidad, se me ocurrió hacer tubitos espejados, todos de la misma medida, y sumarles un motor para que giren. De esta forma con el brillo y el concepto espejado, las fiestas tenían más vida. Cuando le comenté la idea a Gordoncho -amigo y colega- me dijo que iba a tener que hacer muchísimos tubos para lograr la idea. Le respondí que obvio: iba a hacer 400 tubitos. Esa semana me puse a fabricar y a los 10 días los puse en un evento”. Otra puesta que destaca entre las más memorables es aquella en la que cubrió todo el techo de la pista de baile con bolas de espejos chicas, un diseño que creó en conjunto con su amiga Lola Caradonti: “Estábamos en una fiesta en Darwin San Isidro, yo tenía muchas ganas de poner un techo que sea todo igual y Lola también. No había tantas bolas de espejos en el mercado, entonces por primera vez pensamos en armar cuatro hileras pegadas para hacer un techo de bolas de espejos. Esa puesta, que después la hice completa porque fabricamos más bolas, terminó siendo tapa de una revista de Estados Unidos: The Wedding Planner Magazine”. ¿Cuál es el lugar más importante en el que llegaste a diseñar una puesta? “En Marruecos diseñamos, junto a Martín Roig, una puesta de una carpa gigante para un cumpleaños donde tocó Ricky Martin. Por ende no solo tenía que ver con la puesta escénica, sino que también tuvimos que armar el escenario de Ricky Martin. Fue algo muy groso”. Sin importar dónde se diseñe la puesta y para qué tipo de fiesta sea, Chule considera el trabajo en equipo una pieza fundamental para alcanzar el éxito. Hoy en día no puede generar una puesta si no trabaja con colegas que tengan ganas de hacer algo distinto. ¿La clave? El laburo de los organizadores y ambientadores para poder trabajar en conjunto. Además, siempre vuelca un poco de su personalidad en cada diseño: espejos y simetría como sus grandes banderas. En esa dinámica encuentra la paz y ese es el punto fuerte a trabajar en cada evento: lograr simetría para que los invitados ingresen a la fiesta y sientan esa misma paz que transmite Chule. “La complicidad que se genera entre el público y los DJs es fundamental”, agrega. ¿Cómo se vinculan y potencian el Chule diseñador con el Chule DJ? “Yo creo que en mi vida ya somos uno; no puedo pensar uno sin el otro. Obviamente mi pasión es la música. Así como estudié diseño, estudié música durante aproximadamente ocho años, entonces la realidad de la música siempre me va a pegar de cerca. Es loco porque lo llevo en la sangre: cuando llego a las fiestas arranco y me brota toda la parte musical”. Así como ya no puede existir un Chule diseñador sin un Chule DJ, en sus fiestas la música y el diseño van siempre acompañados y fusionados de una manera perfecta. Si arma una fiesta con un estilo determinado, la música siempre debe acompañar esa dinámica y estética para que los invitados se sumerjan en ese mundo de sensaciones y atmósfera. “Es clave que la música vaya de la mano con el diseño. Una vez que la gente ya se relajó, tiene que ver con lo que a ellos les gusta escuchar”, añade. ¿Cómo describirías una fiesta perfecta? “Estoy tratando de sanar el hecho de que la perfección por estructura no existe. Creo que esa perfección es la que se encuentra al final de la fiesta, cuando el cliente te agradece por haber sentido lo que sintió”. Para Chule, la excelencia de una fiesta va más allá de qué tan compleja sea la puesta en escena o qué tipo de música se pase. Una fiesta perfecta consiste en lograr que el cliente sienta el evento como único, que refleje su esencia lo más posible. Sin importar quién esté del otro lado: puede ser Obama o Ángela Merkel - dos íconos para los cuales pasó música efectivamente -: lo importante es llegar a la gente y transmitir esa energía única emblema de Sarapura. ¿Qué es lo que más disfrutás de ser parte de Sarapura? “Todo. Tengo dos socios que son realmente una familia. Llevar ya 20 años con ellos como socios y amigos es un montón. Dan ganas de venir a trabajar. Lo que es muy fuerte es lo que generamos nosotros para abajo, que nuestros hijos quieran trabajar, chicos que arrancaron desde muy jóvenes como Benja Murano o mi hijo Félix, que tiene 15 años y está empezando a trabajar conmigo. Sarapura atrae a cierto tipo de persona que quiere sentirse contenida, crecer, explotar su arte. Es una casa en donde brilla la buena onda, y por eso nos mudamos a Sarapura House: en vez de buscar una oficina queríamos una casa, porque en definitiva sentimos que somos eso. Sarapura House es la casa de nuestra familia, y todos colaboramos entre sí. Yo no podría estar ni cerca de todo lo que logré en mi vida, ser la tapa de ninguna revista ni haberle pasado música a nadie si no hubiese sido por mis socios y la gente que me rodea. Creo que eso nos potencia, y eso es Sarapura. Potenciarnos constantemente”. Como en cada puesta en escena, en Sarapura House -el nuevo espacio donde trabaja, crea y crece cada integrante del equipo- la identidad de Chule está presente en cada rincón. “Haber hecho el interiorismo de esto y haber estado detrás de cada zócalo para mí es un montón, me generó mucha emoción (y ansiedad también, por el tema de la perfección). La verdad que ver a todos los integrantes de esta familia contentos trabajando en este espacio me da mucha felicidad todos los días. Todas las oficinas tienen las puertas abiertas para que todos los integrantes de esta empresa podamos tener interacción constante”. ¿Qué esperás para el Chule del futuro y qué le dirías al Chule del pasado? “Mi sueño es trabajar un par de años más, que la gente siga contratándome como DJ y como diseñador. Espero que la edad no sea un tema, obviamente dentro de este rubro a medida que uno va creciendo empieza a ser un jugador que te juega en contra, pero por eso estoy armando con mis socios esta empresa: para poder seguir viviendo, participando, creando en el mundo de los eventos y de la música, capaz sin nuestra presencia física en los eventos. Pero si te tengo que decir, me encantaría poner música hasta que tenga 100 años. Es mi verdadera pasión. De hecho acá, en mi oficina, tengo colgada la guitarra que me regaló mi viejo con tanto esfuerzo cuando yo tenía 14 años, que fue mi primer acercamiento a la música y desde ese momento nunca más me alejé. Espero seguir pudiendo vivir de esto, seguir siendo creativo para generar nuevas cosas y que mi empresa siga siendo líder de mercado como lo es. Y decirle al Chule del pasado que estamos bien, que ya no se preocupe más, que logramos un montón de cosas y que se quede tranquilo”.